martes, 10 de enero de 2012

El desarrollo de estos tiempos, está en los principios y valores éticos

Ante los escenarios que se vislumbran en este nuevo año,  persisten indicadores que denotan  la fragilidad de los sistemas políticos, económicos y sociales, que demandan de sus líderes, comportamientos fundamentados en los principios y valores humanos de convivencia honesta y transparente para construir, rediseñar o innovar con modelos sustentables y sostenibles ante el compromiso de generar crecimiento con desarrollo, que garantice el bienestar del ecosistema global.

Es el momento para lograr con  la reflexión profunda, honesta  y constructiva, el diseño de nuevas arquitecturas y modelos de sistemas de gestión que respondan ante los cambios del entorno e impulsen con sus bases, ancladas en conductas que modelen los principios y valores, en dinámicas con comportamientos que  rescaten los sentimientos más loables, que quizás se han perdido y desvanecido, ante la búsqueda de crecimiento económico sin medir las consecuencias ante el entorno.

Es la revolución de la educación de tiempos que demandan profundos cambios pero que requieren, de bases fundamentales para desarrollar con valores, el conocimiento productivo, creativo e innovador, conciente y comprometido ante el impacto presente y futuro de sus resultados.

Este esfuerzo es clave, prioritario y urgente para reformar y reestablecer el equilibrio de modelos que integren estratégicamente a las personas con el contexto organizacional, local, regional y/o global, hacia el rescate de valores humanos, sociales y familiares (como el núcleo fundamental de la sociedad) con la educación que genere aprendizaje en una dinámica de convivencia e interacción, en y entre las organizaciones e instituciones, en armonía con el ecosistema y los modelos políticos y económicos que impulsen a la sociedad del milenio.

Es crear e innovar con conciencia para producir bienes y servicios con valor agregado que fomenten sistemas sostenibles y sustentables.

La revolución del conocimiento debe hacer énfasis en ciudadanas y ciudadanos globales que actúan con conciencia y con los valores para desarrollar los talentos que impulsen la era del humanismo.
Este esfuerzo no es solo de los estados, sino de las instituciones públicas y privadas que fomenten con la educación y el desarrollo, el bienestar hacia la conciliación de todas y todos en los diferentes contextos: Humanos, espirituales, sociales, económicos y políticos.
El estadio ideal está en comprender las diferencias y convivir con ellas para integrar con base en los principios y valores; normas que regulen y aseguren el cumplimiento eficaz y efectivo, normados en sus primeras etapas hacia el rescate y luego, con el desarrollo y la evolución del aprendizaje, consolidar en estadios superiores,  culturas que integran de forma natural; los valores, en todos sus ambientes.
Esta línea hacia la evolución humana, requiere de grandes inversiones públicas y privadas para fomentar con la educación, el desarrollo humano con base en iniciativas que denoten el compromiso transparente y honesto para crear valor y construir hacia el bienestar, en equilibrio social y ecológico para lograr con el crecimiento económico la verdadera revolución conciente del conocimiento.
El mundo ha cambiado y día a día se observan cambios constantes y permanentes, no se trata de sobrevivir con acciones que destruyen valor, sino de actuar y fortalecer valores que le den sentido en sus bases filosóficas y maximicen en la consecución de los planes estratégicos, el valor de lo humano para desarrollar el conocimiento a los fines de crear riqueza con responsabilidad social y lograr con justicia en igualdad de condiciones y oportunidades, sistemas que delegan  y dan libertad para elegir de acuerdo a los intereses y necesidades de cada quien y cada cual; pero en comunión con el espíritu colectivo del quehacer de instituciones públicas o privadas que se gestionan para desarrollar y fortalecer la responsabilidad y el compromiso social de todas y todos.
El imperio de mentes brillantes e innovadoras con ventajas comparativas y competitivas se fortalecen en los sistemas que se desarrollan en culturas que se gestionan con base en valores y sus líderes son y deben ser, ejemplo de modelos que impulsen e inspiren al colectivo.

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