miércoles, 25 de enero de 2012

Las malas prácticas que destruyen valor organizacional

En el contexto empresarial usualmente encontramos malas prácticas que destruyen valor y minimizan las potencialidades de los talentos humanos en la organización; estas abarcan desde los escenarios y niveles mas estratégicos del negocio hasta las dinámicas operativas y rutinarias, que generan en su quehacer métodos que no facilitan la evolución y el desarrollo institucional y en todo caso, limitan y minimizan las capacidades de la organización a través de su gente para agregar valor y riqueza.
Entre las malas prácticas más críticas, podemos mencionar:
  • La delineación y conceptuación del plan estratégico no involucra y no contempla la participación de los colaboradores y por ende, la falta de conocimiento no genera compromiso de los trabajadores en la dirección y direccionalidad del negocio.
  • Líderes que imponen y no escuchan el pensar y sentir de sus colaboradores e imponen su voluntad, lo cual genera rechazo en el pensar y que se demuestra en el hacer con niveles y esfuerzos de desempeño que destruyen o no agregan valor organizacional y por ende, generan frustación.
  • Lideres que no modelan valores humanos elementales como el respeto, la transparencia y la honestidad,  exigiendo largas jornadas de trabajo sin considerar las necesidades e intereses de sus colaboradores. Esta dinámica genera el éxodo de los mejores talentos, descapitalizando a la empresa y solo quedan aquellos que por necesidad no ubican una mejor oferta, dado que no compiten con el mercado laboral. Este tipo de institución abunda en las economías emergentes y sobre todo en el sector público, generando como consecuencia de este tipo de gestión, organizaciones  de papel y con forma de cascaron sin contenido o capital intelectual que agregue valor. E inclusive, he observado que culturas de esta naturaleza, rinden homenaje a los antivalores, generando mutaciones en los comportamientos que van desde la cultura de mercenarios (cuanto hay para esto), bonos y pagos sin fundamentos que se diluyen y no generan efectos positivos, dispersión de esfuerzos, falta de controles, entre un sin fin de indicadores observados y tabulados en el clima organizacional.
  • Empresas que no establecen un plan estratégico y operacional y por ende se centran en las rutinas y con la ausencia de dirección, se generan usualmente desperdicios de esfuerzos, tiempo y resultados con dinámicas que no generan valor por la dispersión y la falta de claridad en los objetivos. Se destaca la confusión, el solapamiento, retrabajo y el no compromiso.
  • Ausencia de sistemas de gestión del desempeño y medición de resultados o en todo caso, sistemas copiados e implantados sin considerar la cultura y los valores de la institución, en este tipo de casos, es peor el remedio que la enfermedad.
  • Incrementos y ajustes de sueldo sin considerar los resultados del desempeño o en todo caso, fundamentar los incrementos por juicios de valor que minimizan la objetividad y transmiten mensajes contradictorios y confusos que cercenan la potencialidad de los talentos en el negocio y por ende minimizan los espacios para creatividad e innovación.
  • Ausencia de planes de comunicación con esfuerzos aislados y que no permiten la integración de la información clave de la gestión del negocio, generando usualmente como reacción del ambiente organizacional, comentarios que surgen en los espacios informales y que pueden incidir de forma negativa con las operaciones de la institución.
  • Copiar planes, programas y mecanismos siguiendo la moda de las prácticas del mercado en materia de Gestión del Talento Humano sin evaluar el contexto, el clima, las expectativas y necesidades de su gente. Estas prácticas pueden desvirtuar, desvincular, desmotivar y crear en su gestión una reacción negativa con el gasto y la perdida de recursos claves para invertir con estrategias y planes que si pueden llevar al crecimiento y desarrollo organizacional.

martes, 10 de enero de 2012

El desarrollo de estos tiempos, está en los principios y valores éticos

Ante los escenarios que se vislumbran en este nuevo año,  persisten indicadores que denotan  la fragilidad de los sistemas políticos, económicos y sociales, que demandan de sus líderes, comportamientos fundamentados en los principios y valores humanos de convivencia honesta y transparente para construir, rediseñar o innovar con modelos sustentables y sostenibles ante el compromiso de generar crecimiento con desarrollo, que garantice el bienestar del ecosistema global.

Es el momento para lograr con  la reflexión profunda, honesta  y constructiva, el diseño de nuevas arquitecturas y modelos de sistemas de gestión que respondan ante los cambios del entorno e impulsen con sus bases, ancladas en conductas que modelen los principios y valores, en dinámicas con comportamientos que  rescaten los sentimientos más loables, que quizás se han perdido y desvanecido, ante la búsqueda de crecimiento económico sin medir las consecuencias ante el entorno.

Es la revolución de la educación de tiempos que demandan profundos cambios pero que requieren, de bases fundamentales para desarrollar con valores, el conocimiento productivo, creativo e innovador, conciente y comprometido ante el impacto presente y futuro de sus resultados.

Este esfuerzo es clave, prioritario y urgente para reformar y reestablecer el equilibrio de modelos que integren estratégicamente a las personas con el contexto organizacional, local, regional y/o global, hacia el rescate de valores humanos, sociales y familiares (como el núcleo fundamental de la sociedad) con la educación que genere aprendizaje en una dinámica de convivencia e interacción, en y entre las organizaciones e instituciones, en armonía con el ecosistema y los modelos políticos y económicos que impulsen a la sociedad del milenio.

Es crear e innovar con conciencia para producir bienes y servicios con valor agregado que fomenten sistemas sostenibles y sustentables.

La revolución del conocimiento debe hacer énfasis en ciudadanas y ciudadanos globales que actúan con conciencia y con los valores para desarrollar los talentos que impulsen la era del humanismo.
Este esfuerzo no es solo de los estados, sino de las instituciones públicas y privadas que fomenten con la educación y el desarrollo, el bienestar hacia la conciliación de todas y todos en los diferentes contextos: Humanos, espirituales, sociales, económicos y políticos.
El estadio ideal está en comprender las diferencias y convivir con ellas para integrar con base en los principios y valores; normas que regulen y aseguren el cumplimiento eficaz y efectivo, normados en sus primeras etapas hacia el rescate y luego, con el desarrollo y la evolución del aprendizaje, consolidar en estadios superiores,  culturas que integran de forma natural; los valores, en todos sus ambientes.
Esta línea hacia la evolución humana, requiere de grandes inversiones públicas y privadas para fomentar con la educación, el desarrollo humano con base en iniciativas que denoten el compromiso transparente y honesto para crear valor y construir hacia el bienestar, en equilibrio social y ecológico para lograr con el crecimiento económico la verdadera revolución conciente del conocimiento.
El mundo ha cambiado y día a día se observan cambios constantes y permanentes, no se trata de sobrevivir con acciones que destruyen valor, sino de actuar y fortalecer valores que le den sentido en sus bases filosóficas y maximicen en la consecución de los planes estratégicos, el valor de lo humano para desarrollar el conocimiento a los fines de crear riqueza con responsabilidad social y lograr con justicia en igualdad de condiciones y oportunidades, sistemas que delegan  y dan libertad para elegir de acuerdo a los intereses y necesidades de cada quien y cada cual; pero en comunión con el espíritu colectivo del quehacer de instituciones públicas o privadas que se gestionan para desarrollar y fortalecer la responsabilidad y el compromiso social de todas y todos.
El imperio de mentes brillantes e innovadoras con ventajas comparativas y competitivas se fortalecen en los sistemas que se desarrollan en culturas que se gestionan con base en valores y sus líderes son y deben ser, ejemplo de modelos que impulsen e inspiren al colectivo.